Los siameses, que son una copia genética de su padre, logran este increíble efecto gracias a una proteína que provoca una fluorescencia rojiza en todo su organismo: piel, pelo, músculos, cerebro, corazón, hígado, riñón, páncreas, pulmones, estómago, intestinos, lengua e incluso en sus excrementos.
La proteína fluorescente llegó a sus cuerpos clonados gracias al trabajo de ingeniería genética que realizaron los científicos sobre el material que tomaron del padre, un siamés turco de color blanco.
Los autores del experimento aseguran que esta técnica no sólo es válida para crear criaturas asombrosas, como las que acaban de presentar, sino que también podría servir en el futuro para producir gatos clonados con los que estudiar varias enfermedades que afectan a las personas.
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